Activos intangibles: ¿qué, cuándo y cómo se valoran?



Activos Intangibles


Si existe una forma de materializar los intangibles asociados a la propiedad intelectual es, precisamente, reconociendo su valor. Para “darle forma” a este tema aparentemente tan incorpóreo, revisemos las respuestas al qué, cuándo y cómo se valoran.


¿Qué es un intangible?

Iniciemos respondiendo ¿qué se valora cuando hablamos de activos “intangibles”? Para esto, es útil la definición dada por las normas contables, como el Decreto 2650 de 1993 relativo al plan único de cuentas para comerciantes, que define el Grupo 16 de intangibles como: “conjunto de bienes inmateriales, representados en derechos, privilegios o ventajas de competencia que son valiosos porque contribuyen a un aumento en ingresos o utilidades por medio de su empleo en el ente económico; estos derechos se compran o se desarrollan en el curso normal de los negocios…”. El concepto es importante, porque resalta algo que parece evidente, pero que cobra relevancia al momento de valorar: no todos los intangibles tienen valor, de hecho, se consideran activos cuando generan ingresos o utilidades para la empresa.

En un listado enunciativo, la misma norma menciona activos como el “crédito mercantil, marcas, patentes, concesiones y franquicias, derechos, know how y licencias”.


Por su parte, el Decreto 556 del 2014, al establecer las categorías en las que se pueden certificar los valuadores y el alcance de ellas, dentro de la de “intangibles” menciona “marcas, patentes, secretos empresariales, derechos de autor, nombres comerciales, derechos deportivos, espectro radioeléctrico, fondo de comercio, prima comercial y otros similares”.


Así las cosas, la respuesta a nuestro primer interrogante sobre el “qué” se valora cuando hablamos de intangibles, comprende un listado no taxativo que va desde los derechos de propiedad intelectual, más conocidos como las marcas y las patentes, hasta otros menos usuales, como el espectro radioeléctrico o los derechos deportivos. Otros activos intangibles no mencionados, pero que también pueden cuantificarse, son los derechos asociados con la imagen y el buen nombre, e incluso –no sin algo de debate- la clientela asociada a un ente económico.



¿Cuándo se valora un intangible?

El segundo interrogante planteado usualmente en el tema de valoración de intangibles es ¿cuándo se valoran esos intangibles? o lo que es similar ¿para qué se valoran los intangibles? y la respuesta es tan variada como los intereses de los propietarios de esos activos.


Se valoran intangibles para transferirlos o licenciarlos, para cuantificarlos como aporte de una nueva sociedad o en escenarios como la participación de un inventor en una rueda de negocios en los que espera conseguir inversionistas.


Otros empresarios valoran sus intangibles con la finalidad de gestionarlos internamente, es decir, para identificarlos, cuantificarlos, medir su valor actual y las variaciones que tengan en un determinado periodo, así como para establecer procedimientos y políticas asociadas con ellos.


Existen otros escenarios asociados al litigio en los que la valoración es importante para establecer posibles perjuicios ocasionados a ese tipo de activos y así poder solicitar su resarcimiento. También se valoran intangibles para entregarlos como garantía en posibles operaciones de crédito.



¿Cómo se valora un intangible?

Finalmente, quizás la más técnica de todas las preguntas es ¿cómo se valoran los intangibles? Pues bien, el método de valoración está intrínsecamente relacionado con la respuesta a los dos interrogantes anteriores, toda vez que es fundamental tener en cuenta el intangible que se va a valorar y la finalidad de la valoración.


Esta respuesta no implica que los métodos sean infinitos, ni que la matemática sea una ciencia maleable que permita “acomodar” cifras a conveniencia. Se trata más bien, como en la mayoría de los asuntos, de identificar y analizar las variables existentes para, a partir de ellas, aplicar métodos que sean consistentes. Siempre partiendo de información conducente y veraz.


Ejemplifiquemos lo expuesto. De acuerdo con las normas contables internacionales aplicables, específicamente la NIC 38, relacionada con activos intangibles, una de las formas de valorar estos activos es por su costo y este, a su vez, lo enlazan con conceptos como el precio de adquisición. También se advierte que “no se reconocerán activos intangibles surgidos de la investigación (…) los desembolsos por investigación (…) se reconocerán como gastos del ejercicio en que se incurran”. Si se aplica el criterio de la norma mencionada, una marca podría no tener más valor que lo que “costó” su registro, o una patente no incorporaría en su valor una de las etapas más onerosas para su obtención, como suele ser la de investigación.


Luego, en una transacción comercial que comprenda la transferencia de una marca que comercialmente genera ingresos, la valoración podrá exceder el concepto contable del costo mencionado, y el método deberá tener en cuenta variables cuantitativas y cualitativas del signo distintivo. De la misma manera, la valoración de una patente puede sustentarse de manera coherente ante un inversionista, teniendo en cuenta los costos relacionados con la investigación que la originaron, así ellos no sean reconocidos contablemente.


Más allá del método, lo cierto es que los “estándares de valuación de intangibles” recogen unos factores mínimos que se deben tomar en cuenta al momento de valorar: el marco legal aplicable a la valoración misma y al intangible que se está valorando, el marco contable y financiero, la selección y aplicación de los métodos y, finalmente, la validación de la coherencia y consistencia del método aplicado.


Los métodos para valorar intangibles

En cuanto a métodos de valoración, tratándose de activos individuales e independientes relacionados con propiedad intelectual –resulta diferente cuando hacen parte de un todo, también cuantificable- son diversas las metodologías que se pueden aplicar. El método denominado “alivio de regalías” suele utilizarse para intangibles como marcas, software, obras originales, entre otros. Este método tiene como enfoque los ingresos generados por el activo. Otros intangibles como el good will deben medirse a partir del valor de otros activos a los que está asociado y se determina por valor residual. Otros, incluso, pueden llegar a valorarse por métodos que cuantifican el valor de reposición o remplazo, es decir, con un enfoque de costo.


Existen diversos métodos nombrados como sus precursores, que tienen en cuenta, además de elementos cuantitativos, otros cualitativos. Algunos valuadores aplicarán ciertas variables y otros dejarán de hacerlo. Lo cierto es que la valoración de intangibles excede la aplicación matemática de un método, pues este es solo una parte de los criterios que, de acuerdo con los estándares de valoración, deben tomarse en cuenta.


El impacto económico de los intangibles es indiscutible. Los escenarios en los que se requiere la cuantificación o valoración de intangibles son variados y, en ocasiones, no están siquiera identificados por sus titulares. El valor que se les otorgue dependerá de la aplicación correcta de los estándares de valoración y, para ello, se requiere conocimiento técnico, pero también sensibilidad y apoyo interdisciplinario.




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